Perro muerto

Perro Muerto ( Comentareio musical a Perrosky, mayo 2006)



El blues es pena y un poco de poesía triste, así estuvo la presentación en vivo de Perrosky el viernes pasado en La Batuta, más muerta que viva.
Los hermanos Gómez (también pilares de Guiso) hicieron una entrega simple y plana que para gran parte de la concurrencia sonó homónimamente como su primer disco, es decir, como algo añejo, lo que incluyó una hora de sus temas, casi nulos movimientos mientras tocaban y los mismos trajes con pinta de ropa americana con los que empezaron.

El sonido languideció desde el principio, era una cosa de actitud, y los fanáticos (o familiares presentes) no lograron soportar con el ánimo arriba durante todo el show. La única sacudida de polvo de esta foto amarillenta fue por algunos minutos una ¿Salvadora? Ranchera que volvió a la vida a una buena cantidad de espectadores que ya en la segunda canción dormían el sueño de los aburridos y a duras penas reaccionaron al llamado a bailar (que no tuvo gran acogida).

La verdad es que la cosas no partieron tan bien, la tocata estaba programada para cerca de las 23:00 Hrs, pero empezó a la 1:00 am y aunque el plato fuerte que se anunciaba era Casanova, Perrosky era el encargado de la previa; pero eso no les da derecho a ser tan indolentes con un escenario queridísimo como el que pisaron, improvisando mediocremente.

Será que el público no merece un mínimo de preocupación, si tantos rockeros tienen como consigna el tocar casi por autosatisfacción, entonces que toquen en su casa, porque la sensación de verlos y escucharlos se asemejaba a la disertación – fome- de un compañero de curso: ellos obligados y los que miran, tratando de encontrar el lado amable a la cosa.

Los negros padres bluseros deben de creer que esto es una broma, que se bautice con el nombre de su legado - que fue voz de los sin voz- el trabajo de un dúo cuyo vocalista una vez confesó que tocando se sentía lleno, sin embargo La Batuta era espectadora de un vacío…el sin sentido de escribir letras o cantar para que nadie lo entienda. Toda una contradicción.
O una estafa por ambición en el intento de Alejandro (voz y guitarra) y Álvaro Gómez (batería) por cocinar algo mejor que su propio guiso.

Que hacer en ese caso, pues simple: arrancar y lo más rápido que se pueda.