Wednesday, April 11, 2012

Chulísimo Madrid



El paseo inicial por la Gran Vía no se hizo esperar, como tampoco la tortilla española ni los churros con chocolate, epítome de la obviedad española, pero tan inevitables como deliciosos. Da gusto ver la cantidad de bares que hay y con público en todo momento, gente de todas las edades disfutando con su cervecita, su vinito y las tapas. Tampoco hay que agudizar mucho el ojo para advertir que acá a nadie le importa mucho como te vistas ni quien eres, la libertad se respira y es por esta misma razón que el vive y deja vivir se instala como una máxima que  permite ver pasear a todos los gay que en Marruecos se escondían sin problema alguno. Cosa que en lo personal yo aplaudo.


La llegada se sintió en las manos, las piernas y en los varios kilos de equipaje extra. Pero gracias a la amabilidad de una señora del servicio al turista que nos regaló un mapa, se hizo muy fácil encontrar nuestro refugio ubicado en las inmediaciones de la plaza Cibeles, Apart Hotel Andrómeda, bueno, sencillo y razonable (acá no cabe el término barato) a una cuadra del metro Plaza Alonso Martínez, mejor ubicado imposible!

Despertar en Madrid por primera vez es sinónimo de querer comerse esta ciudad de gigantes que con sus anchísimas avenidas y edificios enormes invita a dejar las suelas en las aceras y en cuanto rincón se descubra; tanto mejor entonces si es domingo y "El Rastro", tradicional mercado de las pulgas y otras cosas te recibe con un día soleado y precios que uno jamás soñó con encontrar en Europa, ¿Un botón de muestra? Jeans a sólo 8 euros :)


El metro es hasta ahora el mejor y el con la cobertura más extensa al que me he subido en la vida. Como la gente acá además es muy amable recibimos buen consejo a la hora de comprar los boletos, por lo que ahora puedo confirmar con propiedad que la manera más conveniente es el boleto de diez viajes, con lo que así se paga sólo un euro por viaje y que no se vence, además se puede compartir, a diferencia del pase diario que vale un poco más caro, es personal e ilimitado pero sólo dura un día.

Para ser francos caminar es la mejor manera de conocer y poder atrapar con todos los sentidos parte de los estímulos que una urbe como esta ofrece. Un boleto de metro ilimitado no tiene sentido cuando no usarás jamás más de cuatro o cinco viajes, pero sobre todo porque mirar de lejos la vuelta por Recoletos y el paseo de la Castellana o peor aún, perderse el parque del Buen Retiro para admirar sus miles de árboles y la laguna con botecitos, significa derechamente no haber vivido Madrid.

Cibeles


Días a Full


Maravillarse fue la tónica de esta semana que pasamos en la capital española y si bien nuestros paseos fueron agotadores puedo decir con certeza que no renunciamos a nada. Como buenas principiantes en la Península Ibérica comenzamos nuestro tur en la  Plaza Mayor, lugar emblemático que data del siglo XV, a pasos de la Puerta del Sol, que como sabrán quienes ya la han visitado, es una manzana completa de edificios que la amurallan, también pasamos por fuera del teatro nacional, el banco BBVA y el monumento que es el Santander, sin olvidarnos de el Palacio de las Comunicaciones, como dos mateas alumnas que cumplen con los must de la primera visita a una de las capitales más apasionantes y famosas del viejo continente.

Para una tercera y extenuante jornada dejamos la Plaza Cibeles y su recién remozado palacio donde  tuvimos la suerte de poder subir a su mirador para ver toda la ciudad y también disfrutar gratuitamente de sus exposiciones, haciendo un alto antes de irnos en la nueva zona de wifi con sillones de colores, paneles interactivos que explican las atracciones de la ciudad y una gran variedad de prensa internacional (donde la chilena,brillaba por su ausencia).

Caminar en una tarde de mayo por el gran y verde parque urbano que antecede al Museo del prado fue un descanso a lo intenso de estar por cerca de cuatro horas en su interior. No sé si vimos todo, pero casi. Quedamos impresionadas por las obras de Tiziano, Velásquez, Goya y El Greco, sólo por nombrar algunos.


La prima de mamá

Sabía que los españoles eran buenos para el  feriado, pero ignoraba que no contentos con el primero de mayo tenían también como día de fiesta el 2  y estaría casi todo cerrado. Digo casi porque como dijo un antiguo sabio, el que busca siempre encuentra, por lo tanto estuvimos obligadas a pasar gran parte del día en el mall Príncipe Pío, luego de comer hasta reventar en un tenedor libre en el mismo centro comercial y hacer lo propio en materia de consumo. Un ítem que toda mujer debe considerar como no menor en su presupuesto viajero. Una vez hechas las compras vendría un clásico de los chilenos en viaje: visitar a algún pariente que por alguna razón emigró y que en nuestro caso se encontraba acá.

La Pina se casó hace más de treinta años con Alfonso, director de una famosa multinacional que gracias a lo encantador que es se la llevó a España para siempre. Son muy cariñosos y excelentes anfitriones, por lo que pasar una tarde en su compañía fue como caer en algodones luego de tan exhaustivo patiperreo céntrico.

Ellos viven en el barrio más chic de Madrid, el mismo donde tiene su humilde morada Isabel  Preysler (para los que no se ubican es la ex señora de nuestro querido Julio Iglesias,afamada socialité y reina del photoshop) y aportan al parque automotriz de la zona con tres preciosos Smart ¡los amoo! Porque había olvidado mencionar que aparte de todo lo coqueta que es esta ciudad, los miles de mini city cars que circulan de esta marca en todos los colores posibles hacen que si no te habías enamorado de ella, ahora sí caigas rendido a sus pies.

Después  de ir a conocer su casa, nos invitaron a un exquisito restaurant, el "José Luis" bastante elegante, donde probamos un sinfín de tapas y vinos, conversamos sobre recuerdos de familia y también nos sugirieron actividades para nuestros restantes días. Un brillante epílogo poder compartir en calidez y comodidad con quienes además de ser familia juegan de local.

Siguiendo el consejo y más bien lo que nos faltaba, el último día en Madrid fue para visitar el  Palacio Real, que resultó ser sencillamente impresionante, mucho más grande,bonito y rococó de lo que creímos. Además de los varios salones de los que disponía la monarquía hasta para rascarse su real humanidad, disfrutamos también de la belleza de la Catedral de la Almudena y la antigua farmacia real.

Una entrada completa puede merecer la Armería, con dos grandes salas dedicadas a transportarte a un mundo que podría ser perfectamente una película medieval del Rey Arturo. Las originales armaduras, cascos, espadas y protecciones para caballos son exhibidos magníficamente, tal como corresponde a tan valioso patrimonio que fue en su tiempo utilizado para combatir en  Las Cruzadas.

Tampoco podíamos irnos sin probar la oferta gastronómica del Mercado de San Miguel que con su amplia variedad de delicatessen no deja a nadie indiferente, menos cuando se trata de recuperar el aliento antes de ir a descansar con la certeza de que al día siguiente la adrenalina vuelve al cuerpo porque vamos a un nuevo lugar.

A estas alturas ya nos habíamos lanzado, mamá al vértigo  de seguirme el ritmo y yo a la aventura de recorrer Europa sin plan fijo y siendo testigo de como una señora del '41 llega a parecer de veinte gracias a la energía que te da viajar.