Sunday, August 06, 2006

El Ronquido de Fidel.




Se acaba un sueño y comienza otro, al parecer los hombres se alimentan de la esperanza o más bien de las utopías.
El comandante se ha enfermado y la evolución de su mal es un secreto de Estado.
La revolución añeja de la que la mayoría de los países latinoamericanos bebieron y que se cristalizó en Cuba como el elixir de la libertad, finalmente les quitó a esos hombres alegres y cadenciosos gran parte de su dignidad: la libertad, el no tener las herramientas para diferenciarse, el quedar valga la redundancia más aislados todavía. Ningún sabor que dure 47 años puede continuar siendo placentero porque acaba pegándose al esófago cuando se quiere gritar.

Para los soñadores el carismático barbón es el gestor del primer país libre de América y principal faro paro todo aquel que aspire a ser un ser humano comprometido, en esa constante e interminable lucha por la justicia social y la paz. “Paz” que se logró con sangre y que hoy vive gracias al hambre, pese a que no impide que las señoras cubanas lo amen y sigan gozando sus mojitos, como sucede en aquellas latitudes en que la caña de azúcar parece dar la tónica a la vida y el movimiento de caderas morenas recordar que hay que sentirse feliz de ser cubano sin importar que a ellos no llegue el futuro y que la situación económica del pueblo se encuentre mal.


Como dijo el Che Guevara en una carta a su compañero: en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera).Y Castro ha sido un remero que lleva yendo contra la corriente más tiempo que ningún otro líder superando atentados de su enemigo, el imperialismo estadounidense,  y reinando sus tierras a pocos kilómetros de sus opositores, cosa que lo hace un victorioso en su empresa esté o no uno de acuerdo con su pensamiento y su actuar.


Fidel es revolución, pero allí la debilidad no cabe, y todo el poder que concentró al estar hoy en manos de su hermano, más parece el arreglo de una monarquía y la posibilidad de pavimentar una democracia tan esperada como aborrecida por los mismos cubanos; para algunos es el principio del fin, para otros en cambio, Raúl Castro es sinónimo de más dureza aún, sin ser precisamente un héroe.

 ¿Una nación dividida?


 Tal vez no en sus amores pero sí en sus necesidades, y es que el mundo sigue andando, los médicos cubanos siguen taxeando y los balseros arriesgando su vida al igual como hizo Fidel en su juventud, por un sueño, o al menos por tener la posibilidad de elegir la marca del jabón que usan.

Déspota o dictador, quienes conocen el poder de cerca siempre caen en sus redes, ¿Hombre según Forbes millonario?, ya se sabe que el poder corrompe y cuando es absoluto, lo hace absolutamente. Firme en su lucha, consecuente hasta el extremo, el recién operado octogenario a sido a la vez que bondadoso un gigante egoísta obligando a toda una isla a vivir su ilusión, una verdad irreal que se da en la nariz con el portazo de la infelicidad

Que si Estados Unidos encontrará la forma de intervenir, eso sólo Dios lo sabe, y si de algo se puede estar seguro es que tal vez el otro lado de la moneda no es perfecto. El ritmo moderno ha hecho que de padres que pelearon demasiado hoy nazcan hijos cansados que no encuentran la chance para acceder a lo que buscan por distintas razones, tanto en Nueva York como en La Habana , por roncar la pesadilla de otros. Despertar de eso sería hoy una verdadera revolución, esta vez la de la democracia, simplemente remar para donde les plazca. O como diría mi amigo Pancho Palta :Lo único claro aquí es que las cosas tienen su proceso; llegó el momento del cambio para Cuba, así como nos llegó a nosotros hace 16 años. ¡Cuándo le tocará a EEUU?


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